Siempre
he sentido que el cine nos espeja. Lo que no sabía, era que estar del otro lado
del espejo, es decir, como hacedora de esta película, iba a cambiar tanto mi
imagen.
Es
difícil poner en palabras, un cambio tan sutil y misterioso, tejido casi de
manera invisible. Digamos que, el deseo de ser vistos, el deseo de comunicar,
en esencia, lo que en realidad somos o creemos ser, nos hace reparar más en
nuestra imagen y elegir de un modo más minucioso cómo reflejarla.
El reflejo de esa imagen, ya hecha escena, me
devuelve unas ganas de que eso continúe siendo así fuera de escena. En situaciones
me encuentro preguntándome con un aire lúdico ¿Qué quiero comunicar? ¿Cómo
quiero que me vean? Siendo siempre el destino final mostrarme en esencia, jugar
un juego compartido acorde a la situación.
Esta
película me dio la gran oportunidad de poner en palabras y en acto lo cotidiano,
o, más bien, todo aquello que para mí es cotidiano y que para otro puede ser
extraordinario.
Y
también experimentar el fenómeno de manera reversible, de manera de que lo que
para otros es cotidiano, para mí es extraordinario. Por ejemplo, algo tan
cotidiano como leer el menú en un bar, para mí es algo extraordinario, que me
sume en la emoción de una libertad recién estrenada. Simplemente, porque
no hay muchos menús escritos en braille.
Para
algunas personas, tal vez suene extraño que pida absoluto silencio cuando estoy
a punto de condimentar la ensalada. En casa, es lo más natural que el mundo se
detenga unos segundos, porque todos saben que tengo que escuchar el sutil
sonido del aceite cuando cae, si quieren comer una ensalada bien condimentada.
Antes,
el lenguaje del cine era para mí algo extraordinario. A partir de la
construcción de esta película, siento que este lenguaje ya ha entrado en mi cotidianeidad.
Es algo que atesoro como muy preciado. Sobre todo los encuentros que se han
dado mientras pensábamos y rodábamos esta película.
Donde
están los hilos que nos juntan con unas personas y no con otras? De qué está
hecha la trama que nos sustenta? No lo sé, tal vez sean invisibles.
Paulina Grossi
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